Ser Evita ©
- Parte II
El Día que Dividió la Historia: 17 de Octubre de 1945
En el año 1943, el divorcio entre el país real y el gobierno dominado por la oligarquía era flagrante. El clima se tensaba ante la proximidad de las elecciones que se presagiaban signadas, como las anteriores, por el fraude, reaseguro del régimen. El 4 de junio se produjo un nuevo golpe militar, derrocando al entonces presidente Ramón Castillo.
Asumido el gobierno por el General Pedro P. Ramírez, el Colonel
Juan Perón, desconocido entonces por la ciudadanía, pero de gran prestigio entre sus camaradas, se hace cargo del Departamento Nacional de Trabajo. Un mes después esa dependencia se transformaría en Secretaría de Trabajo y Previsión. Allí echaría Perón las bases de la polític a que signaría la historia argentina de la siguiente década.
Una verdadera tragedia nacional habrá de reunir dos vidas que hasta entonces se ignoraban. El 15 de enero de 1944, un terremoto destruye el 90% de los edificios de la ciudad de San Juan. Mueren 7000 personas y quedan 12000 heridos. Desde la Secretaría de Trabajo y Previsión, Perón organiza una movilización nacional a la que son invitados los artistas más populares. Entre ellos, Eva Duarte participa de la colecta por los damnificados.
El 22 de enero se realiza un gran festival en el Luna Park a beneficio de las víctimas del terremoto. Eva Duarte y el Coronel Perón comienzan una relación que legitiman socialmente en la función de gala del Teatro Colón el 9 de Julio.
Dos días antes, el General Farrell, que había asumido la presidencia el 11 de marzo tras la renuncia de Ramírez, había designado a Perón vicepresident e de la Nación, reteniendo éste su cargo en la Secretaría de Trabajo y en el ministerio de Guerra, que le había confiado poco antes. Eva, por su parte, tenía tres programas en Radio Belgrano: a las 10.30 hs. “Hacía un futuro mejor”, ciclo de exaltación a los postulados de la Revolución de 1943; a las 18 hs. encabezaba el elenco del radiodrama “Tempestad”, y a las 22.30 hs., “Reina de Reyes”.
El 6 de mayo de ese mismo año había sido elegida presidente de la Agrupación Radial Argentina, entidad de propósitos solidarios y gremiales de la que figura como fundadora en 1943.
Perón ha ido convirtiéndose en el hombre clave del gobierno y en la figura más irritante para la oposición. La presencia de Eva y el lugar que le otorga Perón es un blanco más, esta vez para los propios camaradas de armas. Si el coronel es un hombre atípico, la mujer que está a su lado lo es aún más: había decidido estar junto a un hombre, no detrás de él. Y Perón lo había aceptado. Inadmisible por entonces.
Un sector de la oficialidad logró imponer la renuncia de Perón a todos sus cargos, el 13 de octubre de 1945. Fue detenido y trasladado a Martín García. A esa altura de los acontecimientos ya era evidente para los obreros que la desaparición de Perón acarrería la desaparición de su política laboral y de las conquistas alcanzadas. En la madrugada del 17 de Octubre comenzaron a abandonar sus lugares de trabajo y se volcaron sobre la Plaza de Mayo: exigían la presencia del Coronel. El alejamiento de Perón había producido un vacío de poder que sólo él podría llenar.
Cuando por la noche se asomara al balcón de la Casa Rosada y se anunciara la convocatoria a elecciones, una plaza colmada y vitoreante testimoniaba que había en la Argentina una fuerza nueva gravitante en el panorama politico y social y que Perón era su candidato y su líder.
Sobre el papel desempeñado por Eva en la crisis del 17 de Octubre, en el estado actual de las investigaciones, la evidencia es sólo testimonial. En tal sentido, y según el caso, la hallamos peleando entre sus hombres codo a codo (Alberto Merlo), tendiendo los hilos del movimiento, llevando a la gente a la plaza y poniéndose, el 17, a la cabeza de los descamisados (Perón), o bien, sin tener ninguna participación en la movilización (Cipriano Reyes) o ausente en la descripción de los sucesos (Luis Monzalvo).
A la luz de la personalidad evidenciada por Eva hasta ese momento y la que evidenciaría en los años siguientes, es difícil validar la opinion de quienes sostienen que no tuvo participación alguna en el hecho. Asimismo, la posición que ocupaba al lado de Perón, con conocimiento de los resortes que era necesario activar pero no aún con el poder y la influencia que adquiría en los años siguientes, hace difícil hacer de ella el eje movilizador por el cual pasó la jornada fundacional del peronismo. Quizás Eva se halla situada justo entre ambas posi bilidades: gestionar un habeas corpus, trabar contacto de inmediato con aquellos con quienes sabía que podía contra y que estaban en condiciones de movilizar, ser parte según los recursos con que contaba en la hora, y utilizarlos.
Eva no se adjudica en ningún momento un rol conductor en la jornada: Perón fue reconquistado por el pueblo.
“La semana de Octubre de 1945 es un paisaje de muchas sombras y de muchas luces. Será mejor que no nos acerquemos demasiado a él… y que más bien lo veamos otra vez, desde más lejos. Esto no me impide sin embargo decir con absoluta franqueza, y como anticipo de cuanto alguna vez he de escribir en detalle, que la luz vino únicamente desde el pueblo.” (La Razón de mi Vida, p. 39)
Lo que sí resulta evidente es que el 17 de octubre confirma en Eva que los sucesos de días anteriores no habían preanunciado un final, como algunos pudieron desear, sino el comienzo de una nueva etapa en la historia argentina, signada por la particular relación entre un hombre, Perón, y sus bases de apoyo: los obreros, “los descamisados”. Esa relación se mantuvo, más allá de los intentos en contrario, hasta su muerte en 1974, y lo llevó a la Presidencia de la Nación en 1946, en 1952, y en 1973, después de 18 años de exilio.
Desde Martín García, Perón escribió a Eva dos cartas. En una de ellas le decía: “Hoy he escrito a Farell pidiéndole acelere mi retiro: en cuanto salgo nos casamos y nos iremos a cualquier parte a vivir tranquilos.”
El casamiento civil se llevó a cabo el 22 de octubre; el religioso, el 10 de diciembre: lo de vivir tranquilos en cualquier parte, no llegó nunca…
El Partido Laborista consagra la formula Perón-Quijano 0para las elecciones que habrían de celebrarse en febrero de 1946. La oposición, coaligada en la Unión Democrática, lo hace con Tamborini-Mosca.
Vertiginosamente se entra en campaña. Como otras en la historia argentina, violenta y agresiva. De hecho-los actos de sabotaje no estuvieron ausentes-y de palabra: “Tambo, orín, y mosca, la formula de la bosta”, decían los unos, “Grasas, negros sin conciencia, patas sucias”, respondían los otros.
A fines de diciembre, se inicia la gira porselitista por el interior del país, “El Descamisado”, el tren de la campaña, anda y desanda camions. Por primera vez en la historia del país, la esposa de un candidato lo acompaña. Está junto a él en los actos, reparte escudos partidarios, toma contacto directo con la gente.
Se perfila otra mujer: Eva entra decididamente en la política. El 8 de febrero da un paso más: se cele bra un mitín de las mujeres obreras en el Luna Park para proclamar su adhesion a la formula laborista. El candidato a la presidencia, enfermo, no puede asistir. Eva les lleva su palabra. Es su estreno como oradora. No la dejan hablar. A cada intento la respuesta es ¡Queremos a Perón!
Pocos meses después sería aclmada. Ya era otra: ya era EVITA.
1945-1952
Llegado Perón a la presidencia, Eva, a diferencia de las esposas de los mandatarios anteriores, se planteó a sí misma cuál sería el rol que le cabría desempeñar de allí en más. Nuevamente se preguntaba sobre el ser, se redefinía. Esta vez lo haría en relación a Perón, Presidente y conductor:
“Esta es una circunstancia fundamental y se relaciona directamente con mi decisión de ser una esposa del Presidente de la República distinta del modelo antiguo. Yo pude ser ese modelo. Esto lo digo bien claro porque también se ha querido justificar 8mi incomprensible sacrificio” arguyendo que los salones de la oligarquía me hubiesen rechazado. Nada más alejado que esto de toda realidad, ni más ausente de todo sentido comín. Pude ser una mujer de Presidente como lo fueron otras. Es un papel sencillo y agradable: trabajo de los días de fiesta, trabajo de recibir honores, de ‘engalanarse’ para representar según un protocolo que es casi lo mismo que pude hacer antes, y creo que más o menos bien, en el teatro o en el cine. En cuanto a la hostilidad oligárquica, no puedo menos que sonreírme. Y me pregunto: ¿por qué hubiese podido rechazarme la oligarquía? ¿Por mi origen humilde? ¿Por mi actividad artística? ¿Pero acaso alguna vez esa clase de gente tuvo en cuenta aquí o en cualquier parte del mundo, estas cosas, tratándose de la mujer de un Presidente? Nunca la oligarquía fue hostil con nadie que pudiera serle útil. El poder y el dinero no tuvieron nunca malos antecedents para un oligarca genuino (…) Pero además, yo no era solamente la esposa del Presidente de la República, era también la mujer del conductor de los argentinos.
A la doble personalidad de Perón debía corresponder una doble personalidad en mí: una la de Eva Perón, mujer del Presidente, cuyo trabajo es sencillo y agradable (…) y otra, la de Evita, mujer del líder de un pueblo que ha depositado en él toda su fe, toda su esperanza y todo su amor.
Unos pocos días del año represento el papel de Eva Perón (…)
La inmensa mayoría de los días soy, en cambio, Evita (…)
De Eva Perón no interesa que hablemos. Lo que ella hace aparece demasiado profusamente en los diarios y revistas de todas partes. En cambio, sí me interesa que hablemos de Evita…”
Curiosamente, la mayoría de las veces que se ha abordado a este personaje de la historia, parecería que ha interesado más ahondar otras instancias de su vida: su infancia, su situación familiar, la vida de sus padres, las circunstancias en que se alejó del hogar, su vida privada en Buenos Aires, las condiciones de su ascenso como actriz, los primeros años de su relación con Perón, el por qué de su acción. Sin embargo, de no haber mediado su decision de “ser Evita”, los argentinos ignoraríamos hoy su nombre, como ignoramos el de tantas otras primeras damas. Por eso, realmente, sí interesa que hablemos de Evita. Interesa hablar de su acción con los humildes, con los obreros, con las mujeres, entrelazadas en interminables jornadas de labor. Tras la asunción de Perón, Evita se instala en el cuarto piso del palacio de Correos y Telecomunicaciones, donde comienza a atender a las delegaciones obreras que solicitan su intervención para obtener mejoras o su colaboración en la solución de problemas gremiales. Esta relación con el gremialismo se intensificará hasta 1952 y conformará un sólido basamento de su poder político y un eficaz sostén de su obra. Comienza también a recibir a los necesitados y a ocuparse de sus urgencies; presta apoyo a la política gubernamental, dirigiéndose con especial atención a un sector al que hasta entonces no se le había hablado: el 25 de julio dirige un mensaje a las mujeres del país anunciándoles nuevas medidas gubernamentales destinadas a combatir el agio y la especulación. Las visitas a las fábricas, que se harán frecuentes desde octubre, y las recorridas por los barrios pobres la ponen en contacto con el pueblo y sus necesidades.
Había mucho por hacer. “Y empezamos -diría en La Razón de mi Vida- poco a poco. No podría decir exactamente qué día fue. Lo cierto es que primero atendí personalmente todo. Luego tuve que pedir auxilio. Y por fin me vi obligada a organizar el trabajo que en pocas semanas se hizo extraordinario.”
A partir del 24 de septiembre Evita ocupará el despacho de Perón en la Secretaría de Trabajo y Previsión:
“Fui a la Secretaría de Trabajo y Previsión porque en ella podía encontrarme más fácilmente con el pueblo y con sus problemas: porque el Ministro de Trabajo y Previsión es un obrero y con él Evita se entiende francamente y sin rodeos burocráticos; y porque allí me brindaron los elementos necesarios para iniciar mi trabajo (…) Los funcionarios de la casa colaboran conmigo en la solución de los problemas gremiales, reuniendo todos los antecedents, examinándolos en sí mismos y en sus repercusiones económicas y sociales.” La Secretaría era, además, un lugar simbólico: en el mismo lugar en que el Coronel Perón había estrechado contacto con su gent e se hallaba “el puente” que los acercaba a él. El 30 de julio, en un establecimiento frigorífico de Parque de los Patricios diría: “Mi misión es transmitir al Coronel las inquietudes que tiene el Pueblo argentino.” Haría más que eso… Con el correr de los años su actividad se tornaría cada vez más intensa y sus jornadas interminables.
Comenzaba atendiendo en la Residencia, por la mañana, los casos más urgentes, se trasladaba luego a la Secretaría, donde recibía a los humildes y a los gremios. Si las entrevistas eran interrumpidas para cumplir con la asistencia a alguna recepción, homenaje, visita o acto protocolar, la gente quedaba esperndo su regreso. Invvariablemente lo hacía y no partía hasta que todos hubieran sido atendidos. La jornada se dividía en dos: la mañana y la tarde sería una manera de decir, con un ligero almuerzo a las dos, tres y hasta a las seis de la tarde. Los miércoles, día de visita de los gremios a Perón, Eva los conducía a su presencia. Rara vez participaba de las reuniones. Permanecía atendiendo sus asuntos en un despacho cercano. Era habitual que Evita llegara imprevistamente a controlar las obras que se ejecutaban y los jueves solía visitar los establecimientos fundados en el gran Buenos Aires.
Si en 1947 se la ve retirarse de la Secretaría a las 22 horas, y a medida que corren los años se extiende la jornada. El diario Democracia relata así la del viernes 19 de mayo de 1950:
“Comienza a la mañana muy temprano en su despacho de Trabajo y Previsión y se prolonga en su primera parte hasta las 16. A las 17 está de vuelta y prosigue su inacabable tarea hasta la madrugada, sin más que unos paréntesis. Uno es hacia las 20.30 hs. para asistir, junto al General Perón, en el recinto de sesiones del ministerio, al acto de la firma del convenio de trabajo que beneficia al gremio de la industria de la alimentación. Otro es hacia las 23, para hacerse presente en el homenaje que los feroviarios rinden a uno de sus dirigentes designado para integrar el nuevo directorio de los ferrocarriles nacionales. De allí se traslada al Parque Retiro, dondo hace acto de presencia, fervorosamente aclamada por los trabajadores, en el banquete que reúne a los obreros de la industria de agues gaseosas. De vuelta en Trabajo y Previsión, todavía preside en e l Salón de Sesiones un acto de los trabajadores de la industria aceitera.”
Cuando, ya enferma, se le aconsejaba aminorar su ritmo de trabajo, la respuesta era invariablemente “No tengo tiempo, tengo mucho que hacer.”
El mismo ritmo y la misma exigencia eran impuestos a sus colaboradores. Implacablemente. Hasta los primeros meses de 1947 Evita se encuentra haciendo sus primeras armas: implementa un plan de turismo infantil, partiendo el primer contingente de hijos de obreros el 6 de enero de 1947 hacia las sierras de Córdoba; gestiona y entrega subsidios para coadyuvar en la construcción de policlínicos destinados a obreros curtidores, textiles y del vidrio, distribuye subsidios otorgados por su mediación por las autoridades estatales a más de 500 familias sin recursos; distribuye ropa, víveres y enseres entre familias necesitadas.
El 20 de enero de 1947 recibe a una delegación de Villa Soldati que le hace saber las condiciones insalubres en que vivían. El mismo día visita el barrio, situado cerca del B añado de Flores. Se ocupa personalmente del emprendimiento del plan de saneamiento, asistencia social y construcción de viviendas higiénicas. El 25, las primeras familias pasan a ocupar modernos chalets acabados de construir en Avellaneda, y el resto lo hace provisoriamente en casas de emergencia. El 12 de febrero se instalan en Belgrano al 400, en edificios de la Municipalidad habilitados a tal fin. (Democracia, 18 de enero de 1947)
Desde un comienzo ha encarado la “ayuda social directa”: falta de trabajo, una medicina, una vivienda. Esta instancia continuará a lo largo de todos sus años de acción. Paralelamente, empieza a viajar al interior. El 26 de octubre de 1946 parte para Córdoba, donde se inaugurarán dos policlínicos para ferrovarios construidos por la Dirección General de Asistencia y Previsión Social, una dependencia del Ministerio de Trabajo. El 30 de noviembre viaja a Tucumán. El recibimiento desborda las protecciones y se producen algunas víctimas.
El 21 de agosto de 1946 el Senado ha aprobado el proyecto de ley que otorga el voto a la mujer. El 11 de septiembre concurre a la Cámera de Diputados en donde se reúne con autoridades del bloque peronista; su objectivo : el voto feminino. Volverá a la Cámera en días subsiguientes para entrevistar a los legisladores del partido. Ha comenzado esta campaña.
En el mes de junio de 1947, invitada oficialmente por el Gobierno de España, emprende una gira que la llevaría a España, Italia, Portugal, Francia, Suiza, Mónaco, Brasil y Uruguay.
Aclamada en España, recibió la más alta condecoración: la Gran Cruz de Isabel la Católica. A su paso por Italia fue recibida por el Papa Pio XII, quien le obsequiaría el rosario de oro que llevara entre sus manos a la hora de la muerte. En este país, no todos fueron agasajos: el partido Comunista demonstró su repudio ante la visita al grito de ¡Abajo el fascismo! La protesta se repetiría en otras instancias del periplo, aunque con menor intensidad. En Francia, alternó visitas y descanso.
Con profunda emoción recorrió Notre Dame, acompañada por el Nuncio Apostólico, Monseñor Roncalli, futuro Papa Juan XXIII. Las puertas del Palacio de Versailles, cerrado desde la Guerra, se abrieron para ella. Tampoco en París estuvieron ausentes las visitas a los centros de asistencia social, en compañia de la Señora de Bidault. Cuando Evita estaba en la Costa Azul, una explosión asoló el Puerto de Brest. Eva realizó una importante donación a los damnificados. Allí donde fuera, el programa de visitas y recepciones se vio jalonado por las recorridas de los barrios obreros y obras sociales. A la vez que dejaba donativos buscaba “la lección europea” en material de acción social. A tres años de aquel viaje dirá:
“Salvo algunas excepciones, en aquellas visitas de aprendizaje, conocí todo lo que no debía ser en nuestra tierra una obra de ayuda social. Los pueblos y gobiernos que visité me perdonarán esta franqueza mía tan clara, pero tan honrada. Por otra parte ellos-pueblo y gobierno-no tienen la culpa. El siglo que precedió a Perón en la Argentina es el mismo siglo que los precedió a ellas. (La Razón de mi Vida, p. 1 79)
De regreso de Europa, Eva retoma sus actividades a pleno. Antes de la partida había comenzado a bregar por la obtención del sufragio para las mujeres. La lucha venía ya de muchos años atrás y se encuadraba dentro del movimiento mundial por la emancipación de la mujer. Argentina no fue pionera. Desde que Nueva Zelanda lo otorgara en 1893, hasta que en 1947 se sancionara la ley 13010, muchas países habían dado ya el paso.
Antes de partir de Madrid, el 15 de junio de 1947, Eva dirige un mensaje a la mujer española en el que expresa: “Este siglo no pasará a la historia con el nombre de ‘Siglo de las Guerras Mundiales’ ni acaso con el nombre de ‘Siglo de la Desintegración Atómica’, sino con otro nombre mucho más significativo: “Siglo del feminismo victorioso’. (Mensaje a la mujer española, 15 de junio de 1947). El presagio no se ha cumplido, todavía queda mucho camino por andar, pero en él, el voto ha sido, sin duda, un hito trascendente.
En Argentina, los derechos de la mujer fueron reivindicados desde los primeros años del siglo XX. Los nombres de Cecilia Grierson, Alicia Moreau de Justo, Elvira Dellepiane, Julieta Lanteri, Carmela Horne, Victoria Ocampo, se hallan justa e indisolublemente ligados a esta causa. Las agrupaciones feministas de entonces estaban mayoritariamente conformadas por mujeres de clase media y alta, por universitarias que habían librado en sus propios hogares la lucha que implicaba salirse del rol que la sociedad les adjudicaba: esposas y madres.
Los proyectos que las sufragistas presentaron al Congreso, en términos más amplios algunos, más restrictivos otros, y que encontraron figures propulsoras como Alfredo Palacios, fueron sistemáticamente enterrados. El último data de 1938, firmados por Victoria Ocampo y Susana Larguía.
La metodología utilizada se limitaba a estas presentaciones, simulacros de voto, reparto de volantes concientizadores. Un activismo sumamente moderado, si lo comparamos, por ejemplo, con el de las sufragistas inglesas.
Faltó la proyección de sus organizaciones fuera de sus propios límites, faltó un discurso dirigido al conjunto de las mujeres argentinas, cuyo perfil era muy distinto del de aquellas que peticionaban en su nombre.
Desde la Secretaría de Trabajo y Previsión, el Coronel Perón encara una política dirigida a las mujeres. En ese ámbito crea la División de Trabajo y Asistencia a la Mujer. La cuestión del sufragio femenino es reflotada. El 26 de julio de 1945, en un acto celebrado en el Congreso, Perón explicita su apoyo a la iniciativa. Se forma entonces la Comisión Pro Sufragio Femenino, que eleva un petitorio al gobierno solicitando el cumplimiento de las Actas de Chapultepec, por las cuales los países firmantes que aún no habían otorgado el voto a la mujer, se comprometían a hacerlo.
El tema es instalado desde el oficialismo. Se había producido un giro. Las asociaciones sufragistas, con excepción de la Asociación Argentina del Sufragio femenino, presidida por Carmela Horne, que presta su decidido apoyo, estrechan filas en oposición. El 3 de setiembre de 1945, la Asamblea Nacional de Mujeres, que las nuclea y que es presidida por Victoria Ocampo, resuelve rechazar el voto otorgado por un gobierno de facto y reclama que el gobierno sea asumido por la Corte Suprema. El lema de la Asamblea fue “Sufragio femenino pero sancionado por un Congreso elegido en comicios honestos”.
Los sucesos de octubre del 45 pospusieron el tema. La campaña electoral de 1946 puso en evidencia que, ya en apoyo del laborismo, ya en apoyo de la Unión Democrática, aun sin derechos políticos, la mujer había ingrsado en la política argentina. Faltaba la legitimación.
Una vez en la presidencia, Perón vuelve sobre la cuestión del sufragio femenino. Lo hace en su Primer Mensaje al Congreso, el 26 de julio de 1946, y en el Plan Quinquenal. En este marco, Eva emprende la campaña. Lo hará desde distintos lugares: con los legisladores, con las delegaciones que la visitan, con las mujeres nucleadas en los centros cívicos, a través de la radio y de la prensa. Así, por ejemplo, el 17 de septiembre de 1946, acuerda la acción comín encaminada a la conquista del derecho al voto con las presidentas de numerosas entidades femeninas peronistas; el 17 de enero de 1947, al recibir la visita de una delegación de maestros rosarinas, les expresa: “Estoy bregando por el voto de la mujer, y no cejaré en mi lucha hasta conseguir que ello sea una realidad.” (Democracia, 18 de enero de 1947)
A su regreso de Europa-donde ha aludido al tema en algunas ocasiones-la ley está aún en veremos. Democracia publica una “Carta de Eva Perón a las mujeres argentines” en la que las exhorta a redoblar la lucha para obtener cuanto antes la sanción de la ley del voto feminino.
En este proceso hemos apuntado ya dos giros en la historia: que el proyecto fuera tomado por el oficialismo y que las mujeres entraran en la poliítica. Podemos agregar un tercero: el mensaje de Evita va dirigido a un conglomerado feminino extenso, se instala en las mujeres, y éstas pasan a desempeñar un papel activo: se realizan mitines, se publican manifiestos, grupos de obreras salen por las calles a pegar carteles en que reclaman la ley. Centros e instituciones femeninas emiten declaraciones de adhesión. Se organiza una gran concentración de mujeres para el 3 de septiembre, fecha en que debe debatirse la ley en la Cámara de Diputados. El debate se posterga. La concentración se repite el día 9. Eva, que no pudo asistir el 3, el 9 está en el recinto. Afuera, una multitud la aclama. Otro giro: las mujeres reconocen en Eva Perón a su portavoz.
El 23 de septiembre, en medio de un gigantesco acto cívico en Plaza de Mayo, se promulga la ley.
Las pioneras mujeres feministas se levantaron contra la ley sancionada, interpretando que se consagraba de antemano a un partido y no a la defensa de la causa de todas las mujeres en bloque. Entonces el lema fue “Ahora no queremos votar”. Pero en 1951 todas votaron, las peronistas y las “anti”…
La sanción de la ley 13010 implicó la realización de una serie de tareas que hacían a su efectivización. En la tarde del 11 de mayo de 1948, Eva concurre a las Oficinas Centrales del Registro Civil donde se ha preparado una ceremonia en la cual hace entrega de las primeras partidas de nacimiento destinadas a la obtención de las libretas cívicas del futuro electorado femenino. El día 23 comienza el empadronamiento, conforme al artículo cuatro de la ley. En el año 1951, cercanas ya las elecciones presidenciales, Eva enviará, en su carácter de Presidenta del Partido Peronista Femenino, un mensaje a la Cámara de Diputados en el que pide una ley de amnistía “para aquel inexperto sector del nuevo electorado que no se ha inscripto a tiempo en los padrones.”
Si el camino para la obtención del derecho había sido arduo, el de la capacitación cívica y el de la preparación de las mujeres para desempeñarse en las lides políticas lo sería aun más. En este ultimo sentido, el 14 de septiembre de 1947 el Consejo Superior del Partido Peronista resolvió modificar sus reglamentos de afiliación, lo cual permitiría, en el futuro, la formación de otro partido peronista, exclusivamente femenino.
Este hecho se concretó el 26 de julio de 1949. En el Teatro Nacional Cervantes se lleva a cabo la Primera Asamblea Nacional del Movimiento Peronista Femenino. Nace allí el Partido Peronista Femenino, cuyo principio fundamental será la unidad en torno a la doctrina y la persona de Perón. Eva es elegida Presidenta del mismo, con plenos poderes de organización. El orden interno sera monolítico: es resorte de la presidenta la toma de decisions y la dirección de los trabajos de organización.
“La organizacion del partido femenino ha sido para mí”-diría en La Razón de mi Vida (p. 228)- “una de las empresas más difíciles que me ha tocado realizar. Sin ningún precedente en el país-creo que ésta ha sido mi suerte-y sin otro recurso que mucho corazón puesto al servicio de una gran causa, llamé un día a un grupo pequeño de mujeres. Eran apenas treinta. Todas muy jóvenes. Yo las había conocido como colaboradoras mías infatigables en la ayuda social, como fervientes peronistas de todas las horas, como fanáticas de la causa de Perón. Tenía que exigirles grandes sacrificios: abandonar el hogar, el trabajo, dejar prácticamente una vida para empezar otra distinta, intensa, dura. Para eso necesitaba mujeres así, infatigables, fervientes, fanáticas. Era indispensable ante todo ‘censar’ a todas las mujeres que a lo largo y a lo ancho del país sentían nuestra fe peroniana. Esa empresa requería mujeres intrépidas, dispuestas a trabajar día y noche.” Fueron las “delegadas censistas”, a quienes también les cupo la tarea de abrir las “unidades básicas”. En enero de 1950 se inaugurará la primera en la Capital, en el barrio Presidente Perón de Saavedra. Las unidades básicas del Partido Peronista Femenino desarrollaban, a la par de la tarea de adoctrinamiento-fueron bastions en la campaña presidencial de 1951-tareas de acción social: “Los descamisados’” diría en su autobiografía-“no distinguen todavía lo que es la organización política que yo presido de lo que es mi Fundación. Las unidades básicas son para ello algo de ‘Evita’. Y allí van, buscando lo que esperan que pueda darles Evita. Ellos mismos, mis descamisados, son los que han creado en mis unidades básicas una nueva función: informar a la Fundación acerca de las necesidades de los humildes de todo el país. La Fundación atiende estos pedidos, haciéndoles llegar directamente su ayuda. Esto me ha sido duramente criticado. Mis eternos supercríticos consideran que así yo utilizo mi Fundación con finalidades políticas…¡Y …tal vez tengan razón! Lo que al final aparece como consecuencia de mi trabajo es de repercusión política… la gente ve en20mi obra la mano de Perón que llega hasta el último rincón de mi Patria… y eso no le puede gustar a sus enemigos…” (La Razón de mi Vida, pgs. 230-231)
La acción política dirigida a la mujer cosechó sus frutos en las elecciones del 11 de noviembre de 1951. Votaron 3, 816,654 mujeres. El 63,9% lo hizo por el Partido Peronista, el 30,8% por la Unión Cívica Radical. A su vez, el Partido Peronista fue el único que llevó mujeres en sus listas. En 1952, 23 diputadas y seis senadoras ocuparon sus bancas.
Si ser electoras fue un derecho adquirido, ser elegidas es una lucha que continua. La ley 24012 de cupos femeninos, sancionada en 1991, y que establece un piso del 30% de mujeres en puestos politicos representatives, es clara evidencia de la discriminación que aún pervive en la sociedad.
“Todo, absolutamente todo en este mundo contemporáneo”-escribía Eva Perón a mediados del siglo XX-“ha sido hecho según la medida del hombre.
Nosotras estamos ausentes en los gobiernos.
Estamos ausentes en los Parlamentos. En las Organizaciones Internacionales.
No estamos ni en el Vaticano ni en el Kremlin. Ni en los Estados mayores de los imperialismos.
Ni en las “comisiones de la energía atómica”.
Ni en los grandes consorcios.
Ni en la masonería, ni en las sociedades secretas. No estamos en ninguno de los grandes centros que constituyen un poder en el mundo.” (La Razón de mi Vida, 223-224)
Desde entonces el mundo ha sufrido profundas y vertiginosas modificaciones, pero sigue hecho según la misma medida.
Evita, cuyo feminismo hablaba del protagonismo de la mujer sin apartarse de su naturaleza misma, y que consideraba que el movimiento feminista debía entregarse por amor a la causa y a la doctrina de un hombre digno de tal entrega, entendía que entre las muchas diferencias que hay entre un hombre y una mujer, existía una referida a la concepción de la “acción”: “Un hombre de acción es el que triunfa sobre los demás. Una mujer de acción es la que triunfa para los demás.”
La “acción para los demás” tuvo un nombre: Fundación Eva Perón. A ella dedicó sus máximos esfuerzos.
Mothers and
children found a refuge in the Hogares de Tránsito, temporary
homes where they stayed until work and a permanent home could be found
for them.
|
|
La obra social que Evita comenzaría en 1946 adquirió cada vez mayor extensión y envergadura. La llamada entonces Cruzada de Ayuda Social concretaba su tarea en barrios de viviendas económicas, inauguración de Hogares de Tránsito, de comedores escolares, donación de instrumental a hospitales, mediación para la concreción de obras fundamentales de salubridad y saneamiento en barriadas humildes, entrega de artículos de primera necesidad a familias necesitadas, distribución de juguetes a niños humildes, sobre todo para las fiestas de Navidad y Reyes, provisión de trabajo a desocupados.
Los fondos y las especies provenían de donaciones, fundamentalmente de los sindicatos. Asimismo, la Ayuda Social disponía de los fondos de la cuenta Ministerio de Hacienda-Obras de Ayuda Social, destinados a la adquisición de ropas, calzado, artículos alimenticios y otros similares, farmacia y droguería, excluidos los sueldos y jornales. La particular posición de Evita en la estructura de poder (el poder desde afuera) permite el acceso al lugar de la toma de decisiones para el emprendimiento de las obras o la provisión laboral, permite el accionar desburocratizado.
Hacia fines de 1947 ya era evidente que esta acción social requería una estructura orgánica.
Ser Evita © de Noemí Castiñeiras
Biografía
Evita Peron Historical Research Foundation
Fin de la segunda parte
Evita Perón Historical Research Foundation
Not to be reproduced without written permission from the FIHEP
Fundación de Investigaciones Históricas Evita Perón