Pareció increíble al recibir la noticia el viernes 18 de noviembre que había fallecido a la mañana María Cristina Banfi.
Sorpresa, tristeza e indignación se cruzaron por mi corazón. Sorpresa por la aceleración de su enfermedad. Tristeza por el fallecimiento de un ser muy querido por mí. E indignación por lo que se pierde, a que sus aportes fueron valiosísimos.
Mentora del Instituto Nacional Eva Perón y el Museo Evita, fue una de las impulsoras junto con Cristina Álvarez Rodríguez, Blanca y Erminda Duarte, familiares, amigos y un grupo de profesionales en el campo de la historia y ciencias sociales que le dieron vida a la Fundación de Investigaciones Históricas EVITA PERON.
Fue justamente Evita su más grande preocupación. Ella quiso, y lo logró, develar el mito del personaje de carne y hueso. Combatió los agravios y las inexactitudes maliciosas sobre la vida de Eva Perón con paciencia y empeño.
Fue un gran sostén afectivo y anímico para la familia Duarte – Álvarez Rodríguez. Su carácter templado y su caridad cristiana se patentizaban en una denodada búsqueda de la verdad histórica.
Descendiente de un eminente médico y familiar de quienes impulsaron FORJA, sus anécdotas y vivencias enriquecían cualquier reunión. Nos orientaban en trabajos de investigación y sus interpelaciones
Opiniones, consejos y orientaciones brotaban por doquier de su boca y acciones. Historia viva de los ’70. Comandos Tecnológicos, la vuelta de Perón, Jauretche, José María Rosa, los nacionalistas, el Instituto Rosas, Licastro, la guerrilla, Isabel, López Rega… En todos estos temas tuvo opinión formada, y que (me) permitió entender cabalmente una época histórica de nuestro país convulsionada.
Hoy quedan sus recuerdos. Sus cafés y cigarrillos contados por miles mientras, libros en mano, refutaba y desbarataba – a lo Jauretche - las zonceras que se repetían sobre Evita. Fue vital su acción al frente de la Asociación de Amigos del Museo Evita y de orientar al área de Investigación del Instituto Nacional Eva Perón para lograr publicaciones de calidad académica.
Su ánimo jovial y su entrega por la causa nacional son un faro para que nos reflejemos y sigamos en la lucha por develar la verdad histórica.
Mi memoria atesora mi primer encuentro con su hija y con ella, el sumarme a su proyecto, el hacer mis primeras investigaciones sobre el peronismo y sobre Evita. Entre debates e intercambios fuertes de opinión – ya que no era de guardarse nada y defendía sus convicciones con dureza - se fue convirtiendo en protectora y mentora. Muchos de sus comentarios enriquecieron mis textos y permitieron que hoy en día profundice la senda del pensamiento nacional. Tuve la dicha que mis últimos trabajos contaron con su atenta lectura y sabio consejo.
Quedan los miembros de la Fundación EVITA PERON, del Instituto Nacional Eva Perón - Museo Evita y, sobre todo, su familia y su hija la Arq. Cristina Álvarez Rodríguez, por la que sentía un inmenso orgullo - digna continuadora de su obra.
Así como el Cristo vivo y misericordioso, que tanto veneraba, Cristina nos acompañará por siempre, sea en ver al Instituto y Museo funcionando a pleno, como en la obra de su familia e hija.
Se fue una piadosa católica de la renovación. Se fue una militante del campo nacional. Se fue una auténtica peronista. Se fue una buena mujer.
Lic. Pablo A. Vázquez
Instituto Nacional Eva Perón
biblioteca@museoevita.org |